miércoles, 1 de junio de 2011

Abejas

Otra vez jugando a construir la noche,
conjugo estrellas en el balcón.

Quiero descolgar un sueño profundo,
perfumarlo y darle los buenos días,
mientras el café se le escurre en las arterias.
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Uno es vena,
uno venas y esquinas
sangro tus besos
y les doy la extrema unción.

empieza el cortejo de nuestros labios
sobre la gran avenida.

el cielo abruma con su pureza,
ya no no hay callejones para nosotros.
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Ya tengo la edad que siempre soñé, el número perfecto, 27. Me doy cuenta que nadie me dijo que sería un año felíz. Es cierto. Pero tampoco nadie me dijo que yo empezaría saber quien soy realmente. No voy a intentar darte más nada, aunque te extraño. Ni a vos ni a nadie. Empiezo a sentirme comodo en la soledad. No dejo de amar, creo que es la costumbre. Ojalá algún día leas esto y veas que estoy creciendo. Que me falta mucho para ser un hombre como yo quisiera, pero que tomando decisión tras decisión, avanzo rápido.

Un ritmo desesperado,
ese milímetro que es distancia
esas espaldas con mirada necia
y recta,
no dejan de oxidarse mutuamente,
disparando lágrimas de silencio
el marmol que se licua entre mis labios
y se vuelve una miel amarga
antigua.

(A partir de ahora regalaré mis versos
a la ventura de quien los amanse.)

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