Ya la noche se aferró al horizonte.
Me pesan los ojos pero el viento
rompe con la gravedad del sueño.
Demasiado atento
es mi aliento, respiro concentrado
en activar mis neuronas.
Estaría muy bueno
sentarse a flashear en una estrella por un rato,
pero el vértigo de volar en mi conciencia
es un desafio mayor.
(Mi mente sigue soltando cosas, viendo con se pierden en la inmensidad de mi memoria, de esa necesidad de olvidar lo que ya me duele por demás. Me duele mucho reconocerme, que el mundo sea un espejo que muestre mi desnudez todo el día. No tengo de donde aferrarme en este desierto. Cuesta mucho mantenerse en pie y caminar buscando el agua, la comida, algo. Sigo sacándome la piel, los ojos y las venas para regenerarme, sigo porque la fe se vuelve sangre, la fe me recorre y me empuja.
Te voy a extrañar muchísimo, voy a anhelarte en los arrabales, dejaré jazmines en cada esquina que fue nuestra, seguro deje rastros de coca cola y gitanes para que sepas que aún te aprecio, que siempre serás algo lindo en mi. Aunque por como vienen las cosas, seguiré sacándome la piel y los ojos, para ver al sol y abrazarlo, para arder y volver. Ya no puedo darte más que mi distancia. Ya no debo darte más que eso.
Tengo un océano de recuerdos, de lágrimas y dos ojos que no quieren morir ahogados. Una piedra lacrimosa y terca que no quiero salir. Quizás sea lo último que tenga para darte. Mi última señal de respeto.
Escribo esto solo para decirme a mi mismo que estoy sentado acá,
que de retiro a san telmo hay un abismo que tuve que recorrer,
que el infierno va y viene los que quedamos acá somos nosotros.
Te voy a llorar con todas mis fuerzas
te volver rearmar en cada lágrima,
y voy a darte un lugar seguro.
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