¡Tranquilo León!

Para quien sepa leerlo

¿Te puedo amar sanamente?
¿te puedo soñar caricia?
puedo entretener a las esquirlas de la noche
para darte un soplido de fe,
puedo empapelar mi dolor con milagro
para que tu sonrisa salte hacia la luna,:
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1ero
¿Y que si todo se parece a un triste bodegón?
me juego cada centímetro de mis besos
cada señal de seguridad, de comodidad
a ver si le puedo ganar al miedo.

embebido en licor de fiebre,
lo miro bramar ases falsos
señas anchas y de espada,
pero la fiebre se hizo hielo
y murió varias manos, y muchas mesas.

Creo que gano sin jugar,
porque ya se que el miedo se ahoga en su tarea.

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2do
sillas con patas de flamencos
mesas que no se deciden a ser de un color,
un ambiente sudoroso,
verdaderas transpiraciones rusas
que divagan el damero epidérmico del concreto.

Todos vieron al miedo sucumbir a la vida,
infartarse los labios contra la pared, latiendo solo.

El hielo decidió tomarse un café.

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Hoy (siempre hoy carajo) los poemas se me figuran pregunta,
tienen esa curva que salta al punto
o ese punto que salta a la curva,
y deambulan ese punto, y ese segmento.

Hoy restriego mi nunca
y desespero a palabras que muy cómodas dormían
creyéndose jubiladas antes de nacer.

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Naves hipocondríacas
de estrellas y mares,
amores salobres
se bambolean en la cubierta,
el techo del cielo se pone roble
enraíza en un beso de azul y oxígeno mojado.
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No veo la hora de ser claro con todo esto que sale. Todos los versos me bombardean, no se respetan y salen, y no me dan lugar a nada y yo sigo escribiendo como un frenético que se encuentra cada vez más en en cada palabra, que entiende todo y no se preocupa por explicárselo a sus labios. Me voy al carajo escribiendo todo esto, transgredo mis pudores, mis nervios y la banalidad de no intentar decir nada se desdibuja en una mueca que no vive más de 1,34 segundos, carnalidad y misterio para muchos, para mi, esto es amar a la vida.