Desandando el camino del día, siempre termino abrazado a la vereda. Abrazado a un estropajo, a una almohada vieja. Realmente no se a que viene esto que escribí. No le den bolilla. Yo escribo como si leyeran muchos.
Hoy volví a un viejo amor, escribir sobre papeles viejos, aprovechando toda la hoja, escribiendo en distinta direcciones. Uno realmente pone a las palabras a donde quiere. Me cansa la estructura (de pronto aparece la mamá de Matilda, con sus juegos siniestros). Nidos espiralados de letras y garabatos que se agolpan en casi 100 gramos de algo blanco.
De pronto, llegó la playa
calma y sin ojos,
anochecida
Arenas albinas y sin filo
se aparean con mis pies ventosos,
toda mi piel azul y marfil
toda la noche violácea se muda al escarlata
hermosas lejanías llegan como sirenas frescas
a estrellarme contra cada faro.
PD: no se si voy a subir lo que escribí en el papel
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