sábado, 12 de marzo de 2011

Las cosas

Las armas llenas de pieles

ya dieron no solo el primer, sino el segundo y el tercer paso

hacia la muerte.

las cosas, entre telones

suspiran su pausado ocaso,

se entrecortan en sus dientes,

en sus lenguas histéricas.

pieles que caen,

que se funden con la sangre,

siendo testigos del furor

de las luces del escenario

de todo el universo que miraba la escena.

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A veces los poemas están nerviosos, son intolerantes, nacen sin más, y te miran como dicendo ¡ya está? ¿así termina empieza la cosa?. Así naciste, buen amigo, nervioso, con los ojos sulfúricos.

Una melodía norteña le da remanso a la escena, a esta situación de reclamo, de poema ofendido por no sentirse el más lindo. A veces quisiera que me entendieras, que veas que "lo lindo" no es siempre "lo crudo". Y yo soy así, a mi me gusta la crudeza poética. Me gusta sentir cada sonido disfrazado de letra y sentir esa cosa rica que solo se siente con palabras que juntan a la T con la L. Y ni que hablar de la dulzura de las palabras que terminan en L.

Lo que sigue es un poema menos caprichoso. Ojo no es que no quiera al anterior me gusta que tengan caracter

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El amor puro

No es utópico

Sus pasos livianos

Te flotan

Llenos de luz.

Muchas veces lo reconocés en el recuerdo

Cuando sentís que ya no lo podés alcanzar,

Es la histeria del preso

Que fue libre y no le dio valor a la libertad.

No quiero quedarme con esa sensación de lo inalcanzable

No quiero frustrarme buscando en molinos

La vida es algo de lo que uno debe hacerse cargo

Es la única forma de vivir en la verdad.

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