Las armas llenas de pieles
ya dieron no solo el primer, sino el segundo y el tercer paso
hacia la muerte.
las cosas, entre telones
suspiran su pausado ocaso,
se entrecortan en sus dientes,
en sus lenguas histéricas.
pieles que caen,
que se funden con la sangre,
siendo testigos del furor
de las luces del escenario
de todo el universo que miraba la escena.
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A veces los poemas están nerviosos, son intolerantes, nacen sin más, y te miran como dicendo ¡ya está? ¿así termina empieza la cosa?. Así naciste, buen amigo, nervioso, con los ojos sulfúricos.
Una melodía norteña le da remanso a la escena, a esta situación de reclamo, de poema ofendido por no sentirse el más lindo. A veces quisiera que me entendieras, que veas que "lo lindo" no es siempre "lo crudo". Y yo soy así, a mi me gusta la crudeza poética. Me gusta sentir cada sonido disfrazado de letra y sentir esa cosa rica que solo se siente con palabras que juntan a la T con la L. Y ni que hablar de la dulzura de las palabras que terminan en L.
Lo que sigue es un poema menos caprichoso. Ojo no es que no quiera al anterior me gusta que tengan caracter
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El amor puro
No es utópico
Sus pasos livianos
Te flotan
Llenos de luz.
Muchas veces lo reconocés en el recuerdo
Cuando sentís que ya no lo podés alcanzar,
Es la histeria del preso
Que fue libre y no le dio valor a la libertad.
No quiero quedarme con esa sensación de lo inalcanzable
No quiero frustrarme buscando en molinos
La vida es algo de lo que uno debe hacerse cargo
Es la única forma de vivir en la verdad.
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