tan prolijas sobre el reloj.
las nubes aplastadas contra el vidrio
que sostiene el cielo,
que nos separa de las estrellas y los mares.
un piano de ayer,
triste porque sí,
se lamenta en mi escritorio.
II
Un nuevo round rojo
que se licua,
duerme,
puños que flamean
entre la polvareda.
III
Ya no se puede salir,
el velo amarillo,
acartonado,
dejo que las teclas
me fulminen hasta mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario