Caminar cuartos vacíos, amanecidos, azules aunque se vean muy beige.
Un hombre camina desde su silla los recovecos de la tarde. Inspecciona sus rigideces, sus tensiones y siluetas. Siluetas suena a cómodo, a curvas. Sigue buscando más allá de las horas, de las olas y del Río, un segundo solo y escondido, ese segundo en dónde el mundo explota y él siga ahí, mirando como todo el paradigma se murió.
Es un hombre paciente y está decidido, necesita un cambio. Necesita ese segundo.
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