Así rezan los redondos y el pibe de los astilleros, colgado de los containers sigue ahí, buscando ese final feliz.
Yo lo conozco al pibe de los astilleros, es de Constitución, de aspecto morisco y apellido teutón, de esos apellidos que hielan la sangre.
La historia sobre cómo supe quien era es un tanto confusa, pero puedo decirles que se remonta a los últimos días del siglo pasado, mientras vagábamos por Tribunales tomando agua mineral a las 4 de la matina. En aquellas noches, y después de emerger de su petit hotel de la calle C.Calvo, este pibe dibujaba sus nervios en las esquinas, mientras que los cirujas de la San Martín bailaban sudor y se desmayaban sobre su piel.
Hoy el pibe se mojó y se mojó, se inundó de vida, de noche y de sed. y no tiene nada, y a veces se lo extraña, aunque siga morando en su petit hotel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario