lunes, 18 de abril de 2011

100 entradas...¿y cuàntas salidas?

Nunca imaginé que llegaría tan lejos. Que llegaría este día. Suelo abandonar las cosas que hago. Por estos días me siento cansado, muchas lejanías, mucho átomos sueltos, sin su núcleo. Espero que este Sol me motive un poco, que nazca en mi, un poco de fe, de ganas de tener fe. Correr es liberador. Bajo la lluvia aún más, sentir que el cielo dispara sus balas acuosas, de frente. al costado, el río revuelto, las luces que iluminaban las ráfagas, el cielo cada vez más bordó, más nervioso, y yo más rápido, también más violento, buscando esa redención que todavía no llega. Creo que estos días serán secos, ya casi no me quedan lágrimas, harto de sufrir. Supongo, porque ahora supongo todo, trato de no afirmar nada más que estoy vivo, que estoy emepzando todo de nuevo, que tengo ganas de estar bien, de creer, de ser feliz sanamente. Luces gelatinosas, tornalunadas y de pronto de cereza, frambuesa facetas, rígadas y bamboleantes (¿qué hora son, mi corazón?) tirado en el sillón el techo se pone a nadar, y yo sosteniendo el piso que se nos viene encima, el humo es suave envolvente, quiero correr hacia la comida en la mesa y mis piernas se demayan. (Poema para esos momentos en que uno no sabe si su madre lo compró, y mientras uno piensa eso, cierrra los ojos y ve gemas de gelatina y acrílico girando).

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