Estiletazos oculares,
tan ciertos,
que oigo a mis ojos desmembrados,
a mis brazos fundidos entre tus pieles,
lazos labiales.
Camino el silencio, me marea,
ni miel.
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(Busco a mis poemas,
no quiero que mis sonrisas sean el némesis.)
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cálidos rostros de piedra
me cuentan su verdad
mirándose al espejo.
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El alba es real.
Solo derribo al miedo, y no lo dejo morir.
He decidido apostar mi muerte,
mis suspiros,
con tal de desdibujarme,
corporizándome una y otra vez,
acuarelado,
surcando las hojas,
diluido,
cada extensión mía multiplicada, azul y carmesí,
soy vena,
raíz y trigo,
ruina y misterio,
y otra vez raíz, cada vez más rabia sana,
cada vez más fluido entre las esquinas.
sos viento,
silencio,
otoño vigoroso,
verano jadeante,
y otra vez labio preciso,
cada vez más fulgurante,
siempre espadas de amor,
siempre espada de sangre y miel.