Pequeños soldados de otoño,
arden las brasas que salpican
el mediodía,
húmedas venas de la noche,
verbos que viven detrás de la niebla
violacea de tanto amar.
Pequeños soldados de otoño,
no teman a las curdas del vacío,
y vuelvan en tranvía al arrabal.
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