arden las heridas del adios,
el recuerdo del manicomio.
ese sol panóptico
me pone nervioso,
salto directo al frenesí.
avazan colores hacia el altar,
la avenida solemne e incrudula observa
el desfile.
se puede ser castigo y sacrificio,
asesino y burbuja,
mi poesia ruge,
la poesia me ruge
y cada vez
me condenso más.
II
Otra vez al sur de mi cerebro,
viendo el mar nacarado
y al sol fuguroso,
otra vez flameo victorioso y lunático,
He decidido suicidar a mi inconsciente,
sus venas llenas de versos, deben
brotarlos hacia la luz
no pueden vivir siempre en la verguenza.
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