jueves, 8 de septiembre de 2011

Mi Espacio

A veces uno no sabe que sentir. Mejor dicho, a veces me quiero engañar un poco. Por suerte existe un punto en el espacio tiempo de la posmodernidad en donde puedo decir, acá estoy señores, acá estoy Marco -realzo el tema de mi nombre, ya que casi nadie me dice Marco- y estoy entero, con heridas, con sangre a borbotones, aunque, con el pulso más firme que nunca.

Hoy -palabra que voy a usar hasta el hartazgo porque no hay faro más profundo y lleno de perspectiva que el presente, al menos ese es mi sentir- en algunos aspectos puedo ver como esas heridas florecen, como mis debilidades cumplen su función y como se que las voy a derrotar. Como las neuronas se comunican y estallan para decirme, "es por acá coco".

No debo fiarme de esos procesos, debo usarlos para mi provecho. La vagancia es el enemigo más tenaz que tenemos en nuestra búsqueda, es la gangrena del ser y es el florecer de la sumisión. Ojalá todos puedan romper con la vagancia, empuñar la espada de la acción, la pluma de la luz o algo que les haga bien y salir a pelearle a la vagancia.

Este blog sería una suerte de reino que yo tengo, que se fue resignificando, que intentó ser un espacio de artículos referidos al arte, que después tuvo tintes graciosos y extraños como que mucha gente creyó que yo tenía planes de incendiar una radio, que pensaba en desterrar del universo a Arjona (lo haría, pero no tanto desterrarlo a él, sino del recuerdo humano sus tétricas melodías, que a mi sentir, subestiman a la mujer). Todo un viaje que lo volvió un arcón de poemas, amor, odio, cansancio, frustración, también esperanza. Ahora es esto. Una retrospectiva que no se ni pienso demasiado en que lo puede leer. Que a veces me cuesta revolver. Que duele, que me gusta, que me sirve para ver cristalizado mi camino.

Para quienes lo visiten, agradezco que se tomen el laburo de verme, en forma de letras, de colores, de intenciones.

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