Con extraña exactitud escribo hoy. Con el vértigo de embarrarme hasta la médula de recuerdos, acomodando como cuando uno se está mudando y ya no le importa lo que deja y a la vez sabe que va a extrañar ese espacio. Como cuando cerré la puerta de Independencia por última vez, vacía y sabiendo que era su final, que sus puertas y maderas serían violadas. Que dirían que fea que está, hay que arreglarla, tiremos esto abajo, pintemos de ese odio renovador que tenemos cuando recien nos mudamos. Creo que le debo unas cuántas lágrimas a mi cuarto. Aquel refugio de 7 escalones sin baranda, tan despojado, tan raro y acogedor.
Hace un rato, escribí esto, que nació el otro día, cerca del tren, allá en Belgrano, en el Bajo Belgrano:
Ahogado en una vorágine de pasos,
Se cae tu cuerpo
En el barro cálido
Nada puede escapar a ese ocre y eterno atardecer.
Hoy me guardé tu foto en un cajón
Porque no aceptaba que sus gotas
No llovieran un poco más.
1 comentario:
Es bastante estúpido lo que le voy a comentar, mi querido amigo/hermano; pero mi hermosa obsesividad me obliga a hacerle notar que utilizó la GRAN palabra "vorágine"...
... sépalo, lo banco a morir...
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