Llueven las horas,
sobre horizontes de concreto,
solitarias.
Ver todo en negativos,
colores celuloides
y el recuerdo
guardado en un sobre azul.
Nada cambia mi mundo,
mientras el sol es más despiadado
con los melancólicos.
Un amor moribundo
deambula los labios del microcentro,
se pierde en el neón
vacío,
mientras el sol es letal
con los depresivos.
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