Acá te dejo mis labios
y me voy a dormir.
Acá dejo todo lo que tengo
para ser entre mis ojos,
encenderme en la piel de los faroles.
Se escurren las gotas en las horas
y los verdes en los rojos,
de pronto,
reverbera la quietud y
retumban pasos silencios.
No son los ojos,
el trapos del infierno,
ni una verdad en el cristal.
Son esa clara locura,
ese momento
y punto.
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