Otra tarde tirado,
otra vez las calles marrones,
cada cual en su bolsillo,
nada es nuevo para mi.
No tengo miedo,
porque la muerte está en la otra esquina.
Ya se que hay detrás de los latidos,
ya viví la quietud de la sangre.
Hoy no quiero levantarme,
no debo sacar la vista del piso.
Solo así veré,
los pasos del odio al amanecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario