Son caminos angostos. Siempre angostos. Hasta que giramos y son cortos, anchos, (¿o largos pero de costado?). No puedo dejar de pensar en un línea blanca, muy blanca, casi fluorescente y el resto pulcro, negro y claro. Evidentemente, no soy ese punto, no es esa mi línea porque la veo de frente o desde arriba, vaya uno a saber si veo o me mira.
En este momento, ni siquiera se si estoy dudando o realmente, el punto, la línea, está acá, ahí. Da vértigo todo esto de pensar que mis dedos se mueven y se posan sobre pequeños símbolos empetrolados e indiferentes.
PD: Pasados los minutos, pude reponerme, y acá estoy, viviendo la meta-duda, el paso adelante, atrás, sin perspectiva, pero estoy.
1 comentario:
Un alivio saber que se está (aunque no se sepa bien adonde ni a que distancia de que). Saludos, Marco!
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