¿Vale la pena pensar en el final?, hoy más que nunca, entiendo que solo uno deja de batallar cuando muere. Que uno nunca debe dejar de empuñar el fino acero y acometer contra el miedo, la frustración, el pasado y el futuro, que jamás se hacen presentes, que son cobardes. Hay que persegiurlos y ser impiadosos. De eso depende nuestra verdadera piedad y paciencia. Suena contradictorio quizás, decir que asesinando los deseos ansiosos y los recuerdos uno puede tener tiempo, ser paciente para saber esperar.
Seguro que si releo el párrafo anterior, encuentro demasiadas incongruencias. Honestamente no me importa porque estoy convencido de que quien busca se busca, quien quiere estar presente, siempre pasará por este tipo de dicotomias. Tengo a la fe de mi lado, ¿Qué más puedo pedir?
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