I
Leche muerta
desparramada sobre la mesa.
mengua la noche,
cae oblicua, sin filo
sobre las gotas, el charco.
caminar
entre paredes líquidas,
secas,
con el brillo mediodía
con la muerte durmiendo
después de una larga jornada.
II
ungidos los ojos
con desierto,
se brotan de ramas rojas.
horas
sangran
desde las parades.
III
porcelanas nerviosas
esperan la hora del te,
sólidos
silencios
por la tarde
allá lejos
de los autos y las esquinas.
IV
Por último,
tan solo un hombre,
flotando entre la muchedumbre,
volando en el piso viejo de la madera.
alza la vista y luego la derrama en el macadán,
abre sus brazos sin odio ni pausa,
el horizonte se torna
cada vez más
gris.