giren en círculos,
pero las mías son solo
un par de octaedros.
Licores ignífugos,
mieles subterráneas
se fríen en silencio,
avanzan despacio
hacia mi, desde mi.
El óxido nace con más fuerza
en tus pasos,
que no me miran, que no me dicen nada.
De nada en nada
voy saltando nervios,
eléctricos.
el miedo se vuelve cinético
y fluye,
su piel de pecho
mira a los ojos al sol.
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