Creo que este blog tiene el mejor nombre, la vida esta llena de primeros pasos. Muchas veces esos pasos quedan en el olvido, porque no se vuelven a dar o porque se hacen costumbre, pero nunca dejan de ser los primeros. Esto hace a la niñez aún más grandiosa, todo en ella es un primer paso casi constante.
Extraño esa sensación de descubrimiento constante, es como que la adolescencia va dejando huellas que uno no puede dejar de ver, de transitar en etapas más maduras.
Recuerdo la primera -y por suerte la única- vez que me robaron. Caminaba simpáticamente, cruzando la Plaza Francia, 7 y pico de tarde de un día de Mayo. Starship Trooper tronaba en mis oidos, estaba en su climax cuando veo venir a una parejita, él con bicicleta en mano, ambos saliendo de entre los arbustos. Tan colgado estaba escuchando música que no reaccioné, me quizo cruzar la bici y yo simplemente caminé. La canción iba in crescendo y el tipo estaba frente a mi, con los ojos desorbitados, rojos y blancos, horrendo. Gritaba pero no lo escuchaba. Me saqué los auriculares pidiéndole que se calme y me dijo:
-¿No te das cuenta qué te estoy robando?
Me quedé pálido ante el amague a sacar un arma -nunca vi si tenía una- pensando en que era el final, y con starship trooper de cortina -hubiese sido una buena cortina para mi muerte- y la posterior huida en biciclo con el suntuoso botín de una mochila que me hizo mi mamá, 4 pesos, unas zapas rotas, una botella de agua ya por la mitad y mi mp3 con los auriculares. Caminé por Junin hasta la que era en ese momento mi casa con tal tristeza, con tanto miedo, odiando -y sigo odiando a este pibe, porque lamentablemente mi fe, mi ser no es tan elevado como para perdonar, así que eso se lo encomiendo a seres superiores- al mundo, a todo, por sobre todo a la parálisis que tuve. Como no le pegué, no lo corrí, en fin.
Esto viene a que ese día, perdí la confianza a las calles, la inconciencia de andar por todos lados pensando en que nada me iba a pasar. Ahora tengo miedo y creo que el miedo no es símbolo de madurez, todo lo contrario, pero si es una huella que quisiera pero no puedo dejar de recorrer cada vez que ando solo por ahi.
Igual, para retomar la idea inicial, la del primer paso y no la de la huella, como recién llegado a la adultez que soy, los primeros pasos dela adultez son más concientes, igualmente valiosos que los de la niñez, pero el peso del pasado, de las huellas, hace que uno vea con otro respeto a estos cambios en un busca del propio ser.